dimecres, 9 de novembre del 2011

Hasta luego cocodrilo...


Me disponía a ver Aladdin, pero ha sido leer un fragmento de un libro y mi intención se ha ido al traste completamente. Creo que es el momento oportuno para hacer este tipo de entradas, ni mañana, ni a los dos días de empezar una nueva vida... ¡No! Hoy, justamente hoy.

Acabas bachillerato con una gran cantidad de experiencias vividas. Competencia, amigos, viajes, buenos y malos días, momentos especiales, cenas, paellas, broncas en clase, fechas de exámenes, profesores que nunca olvidarás, en fin, una gran cantidad de factores...

Cuando entré al instituto en 3º de la ESO nunca imaginé que me llevaría tantas cosas de ese sitio, ese lugar que todos odiamos cuando nos toca ir, supuestamente por obligación, al que te cuesta ir porque madrugas, tienes que estudiar, hacer deberes, te castigan en muchos recreos, conoces a gente nueva, para bien o para mal, en fin, una gran cantidad de momentos...

¿Competencia? ¡Sí! Miraras al rincón que mirarás siempre te encontrabas con alguien que quería o pretendía ser mejor que tú, pero como dice mi madre: “Siempre te encontrarás a gente que vaya por delante de ti, pero a mucha otra que esté por detrás”, que razón tiene la mujer. Si es que aunque no queramos, eso de que las madres siempre tienen la razón acabará siendo verdad. Todos luchábamos por la mejor nota, por el mejor comentario hacia nuestra persona, y en realidad, nunca miramos por nosotros mismos, por nuestros logros y por lo que significa para ti, simplemente te dedicas a luchar y competir para ser mejor que el que tienes al lado, pero no piensas que esas metas cumplidas o esos objetivos conseguidos, serán un punto a favor durante el juego de la vida.

¿Viajes? Mallorca, Munich, Praga y para terminar, viaje despedida, Londres. Magníficos lugares, cada uno de ellos te transmitía algo diferentes, vivencias dispares, y también es cierto que volvías enamorada de cada uno de esos lugares, pero he de decir que, no eran tan especiales por la ciudad en sí, sino por la compañía. Personalmente pienso que, lo más importante en esta vida es con la gente que te relaciones, con tus conocidos, amistad más o menos cercanas, pero que en realidad, son muy relevantes para ese transcurso, para esa evolución. Aunque sí fueran competencia en su momento, conforme salíamos al patio o por la puerta de salida, volvían a convertirse en amigos. Munich me encantó, consiguió que me enamorara de Alemania rotundamente e hizo que volviera a visitarla tres veces más, y no serán las ultimas. Paisajes, idioma y clima perfecto, la ciudad ideal para una estudiante de Periodismo. ¿Londres? Nuestro último viaje, y aunque a la vez nos diera pena porque sabíamos que al fin y al cabo íbamos a separarnos, entre lágrimas y más lágrimas, en el fondo reinaban las risas y diversas anécdotas que es mejor reservarle el derecho de autor a la memoria. ¿Pero Praga? Tantas cosas que decir sobre Praga y tan pocos caracteres, aunque creo que tengo la palabra idónea para describirlo: amigable.

¿Cenas, paellas, fechas de exámenes, broncas de clase? Todo eso que cualquier estudiante ha vivido al menos una vez en su vida, y que probablemente, cada uno de ellos volverían a repetir si se les diera la oportunidad. Tengo que destacar, además de las cenas y las paellas que son memorables, unos de los mejores actos de la enseñanza secundaria, las fechas de los exámenes. Os parecerá curioso porque pensareis: Sí, vale, ¿qué pasa con las fechas de los exámenes? Pues tengo que contaros que en mi clase era una verdadera película, una auténtica revolución representada en una clase de 2º de Bachiller, los profesores flipaban con nosotros. Al final acababan por darse por vencidos, era inútil luchar contra unos y otros. Pasábamos del 0 al 10 en apenas unos segundos, de estar la mar de tranquilos a querer matarnos, y porque nos teníamos un mínimo de aprecio, sino seguro que de allí más de uno habría salido con algún rasguño. Ahora lo recuerdo y me troncho, la verdad es que era bastante cómica al situación.

¿He dicho profesores? Para mi no son simple y llanamente profesores. Ni mucho menos tus padres, nunca he estado de acuerdo con eso de que los profesores educan. Los profesores enseñan, pero no educan, eso es trabajo de los padres. Para mi los profesores son personas excelentes, de las que si quieres y tienes voluntad, aprendes muchísimo, a nivel intelectual, pero también como personas. Te enseñan valores que probablemente en casa no veas, además de los típicos que se deben ver en clase: respeto, educación, compañerismo, etc. Me llevo muy buenos recuerdos de esos profesores, buenas anécdotas, momentos, exámenes cojoneros, características determinadas de cada uno, risas, llantos... Pero sobretodo, he de darles las gracias, creo que con el paso de los años, pasando hora tras hora con ellos durante nueve meses, cinco días a la semana, aprendes a formarte como persona, si es que te dejas. Aprendes cosas que no puedo describir, me es complicadísimo, pero son cosas que uno jamás olvida, son cosas que te marcan para toda la vida, y por eso en realidad, ellos son míticos para ti; llegas a los 50 y sigues recordando a tu profesor de Filosofía, o a tu profesor de Lengua, y te sigues acordando de la típica bromita de todos los lunes, esa que tanto te tocaba las narices; o de la típica frase: “Venga, que el examen es para niños de 3º de ESO, en una hora está acabado”, total que pasaban las dos horas de examen y no habías terminado, te veías con la soga al cuello y cagándote en ellos. Siempre te venden las típicas papeletas que nunca te van a tocar, es característico. Pero por eso mismo los recuerdas, además detalladamente, no se trata de un recuerdo borroso o turbio, no, no, sino de detalles con pelos y señales. De esos profesores me llevo un gran recuerdo, pero he de decir que para mí siempre serán mis profesores, pero que siempre los he tratado como grandes personas, y a muchos de ellos, como amigos.

¿Amigos? ¡Pasemos a los amigos! Podría decir tantas cosas sobre ellos... Siempre hemos de distinguir quienes son tus amigos y quienes son tus compañeros de clase, eso aprendí a diferenciarlo en segundo, un poco tarde, pero llegué a tiempo. Siempre me han dicho que los amigos son aquellos que se pueden contar con los dedos de una sola mano, pues aunque no le quite la razón, porque verdaderos amigos hay dos o tres, no le doy del todo la razón a esta frase, depende de como se mire. Yo clasifico a mis amigos en diversos paneles. Unos de ayudan mediante el habla, otros mediante las risas, otros mediante la compañía, otros mediante el entretenimiento, cada uno de ellos te aporta algo distinto a tu vida, ese “qué” que la hace tan interesante, inquietante y divertida a la vez. Mi vida la forman personas que tienen algo que aportarme, aquellos que son capaces de añadir algo nuevo día tras día, y aunque crees que sabes todo sobre esa persona, cada día descubres algo nuevo. Vives en un circuito de incertidumbre, nunca sabes con lo que te toparás mañana. ¿Mágico, verdad? Pues aunque hayan ciertas excepciones, la gran mayoría de personas que conviven en mi vida, los he sacado de ese lugar, del instituto, y aunque miles de días tuviera pereza de ir, llegara a casa fatal, y demás cosas que te suceden en aquel pequeño antro, he de darle las gracias. Las gracias por darme la oportunidad de conocer a esas personas que ahora son mi gente, y que aunque hayan cambiado un poco las circunstancias, siguen siéndolo a pesar de las adversidades.

No sé porqué pero hoy necesitaba escribir sobre esto... Ya han pasado dos años de eso. Demos una gran y calurosa bienvenida a la famosa, grandiosa, voluptuosa y esperada... ¡UNIVERSIDAD! Algún día serás la protagonista, pero por hoy hemos terminado. Ahora toca ir en busca de príncipes azules o de paellas dulces...

¡Sed buenos!

dimecres, 2 de novembre del 2011

Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fueramos tú y yo...


Dani estaba enamorado de mí; lo sabía desde que nos vimos la primera vez. Mi madre me enseñó desde pequeño a aceptar que los sentimientos que sentían por nosotros otras personas, aunque no los correspondiéramos, eran importantes.
-Debes comprender que ese amor no deseado, ese deseo no correspondido, es un regalo que te hacen -me dijo en un largo viaje entre Barcelona y París-. No lo desprecies simplemente porque no te sea útil.
Yo era muy joven y no la comprendí. Nunca la comprendía. Ella, en cambio, había vivido esos amores de los que hablaba. Mucha gente había estado enamorado de ella. Su danza, su forma de bailar, sus coreografías despertaban todo tipo de pasiones, en las que mezclaban el amor y el sexo.
Desde pequeño, yo veía cómo ella trataba con afecto a esos enamorados, aunque no sintiese nada por ellos. Pero parecía que el simple hecho de que ese sentimiento por ella fuese real, la alimentaba y hacía que se sintiera más completa.
Había hombres y mujeres enamorados de ella. Y eso jamás le importó.
-No pienses en tendencias sexual -puntualizó un día-. Las tendencias tan sólo reflejan miedo a la diferencia y a lo que no comprendes. Tan sólo debes aceptar que están proyectando en ti un sentimiento.
Yo creo que ella jamás se acostó con una mujer, aunque no puedo estar seguro, ya que ella comprendía y le llenaban profundamente esos sentimientos que volcaban sobre ella; le importaba poco de quién procedieran.
También me enseñó a notar, a distinguir y a comprender qué gente se enamoraba o te deseaba en secreto. El amor está soldado al sexo o el sexo al amor, me decía. Había que buscar el punto de soldadura.
- Marcos, debes encontrar pistas de ambos sentimientos en la gente que te rodea. Adelantarte a ese deseo, a esa pasión, antes de que ellos te confiese ese sentimiento. Los deseo ocultos son el motor de la vida -decia mi madre-.
Siempre me mostraba situaciones reales, sentimientos que habían sido plasmados, no platónicos. Así que mi madre me enseñó a distinguir esos sentimientos. El día que ví a Dani noté que el amor y el deseo sexual que sentía por mí eran muy intesos.
Nunca he sabido cómo surgen esos sentimientos intesos y tal difíciles de dominar.
-Cuando el amor y el sexo se enquistan en la irrealidad -decía mi madre-, el goce que la persona siente puede convertirse en dolor. Poseer ese amor que no significa nada para ti es diferente que perderlo. Porque, aunque pierdes algo que no comprendías, nunca más volverás a tenerlo, y eso es terrible.

Albert Espinosa