dimarts, 7 de maig del 2013

¿La necesidad tiene cara de perro?



Nos hemos vuelto una sociedad atraída por el daño, la avaricia, la intolerancia y el don de no respetarnos los unos a los otros sin darnos cuenta. Actualmente hay pocas personas como él. El alemán ganador del Premio Nobel de la Paz en 1952, Albert Schweitzer, dijo una vez: “No me importa saber si un animal puede razonar. Sólo sé que es capaz de sufrir y por ello lo considero mi prójimo.” Por el contrario, opiniones como la del filósofo y escritor Fernando Savater son las que nos desmoronan los argumentos anteriores, el cual sostiene que no hay derechos animales, ya que "la moral trata de las relaciones con nuestros semejantes y no con el resto de la naturaleza"
Puede que no seamos tan diferentes a ellos como muchísima gente piensa. Nacemos, crecemos, evolucionamos, nos reproducimos, morimos... Al fin y al cabo, seguimos el mismo curso de vida. Pero lo más curioso de todo, es que a pesar de que su nivel de conocimiento no se asemeje al nuestro, ellos también tienen sentimientos. También lloran, se emocionan, sonríen, saben qué es el dolor y la alegría.... Pero muchas veces, los tratamos como simples animales sin darnos cuenta de que el peor animal que existe en la faz de la tierra somos nosotros mismos: el ser humano.
Según la RAE, un animal es un “ser orgánico que vive, siente y se mueve por propio impulso.” ¿Los humanos viven? ¿Sienten? ¿Se mueven por propio impulso? No hay más que decir. La diferencia entre unos y otros no es tan abismal aunque muchos piensen todo lo contrario.
Unos nos ganan en fuerza y en dimensión, otros, por otra parte, son mucho más débiles y pequeños. Y nosotros, como punto intermedio en la escala del ciclo vital, nos pensamos que somos los más poderosos del universo haciendo con ellos lo que nos viene en gana.
Y al igual que los humanos tenemos unos derechos fundamentales que no deberían incumplirse sin ninguna excepción, la Declaración Universal de los Derechos del Animal fue adoptada y aprobada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el año 1978.
A pesar de que todos y cada uno de los artículos que aparecen en esa declaración son esenciales, vamos a centrarnos más específicamente en analizar aquellos derechos de los animales que nos parecen más primordiales y que, de un modo u otro, la gran mayoría de la sociedad consigue quebrantar, directa o indirectamente (digamos indirectamente aunque sepamos que lo hacen con todo el conocimiento y el juicio del mundo).
El Artículo 1 expone que “todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen los mismos derechos de existencia.” De este modo, nos gustaría plantear las siguientes cuestiones: ¿Por qué se siguen consintiendo peleas de gallos y perros clandestinas? ¿O por qué se sigue permitiendo que les despojen a los pobres elefantes de sus colmillos de marfil? Es cierto que al nacer todos tienen los mismos derechos, pero hay muchos desdichados que caen en manos equivocadas.
El Artículo 3 asegura que “ningún animal será sometido a malos tratos ni actos de crueldad. Si es necesaria la muerte de un animal, ésta debe ser instantánea, indolora y no generadora de angustia.” Son muchas las ocasiones que vemos como niños y no tan niños maltratan a sus animales domésticos. No son juguetes pero a veces los tratan como tal. Pegar, apedrear o colgar de un árbol a esos pobres seres vivos es lo mínimo que un ser humano es capaz de hacer. Ningún animal mata por placer, sino siempre para sobrevivir. En cambio, el ser humano es el único animal que quiebra esta ley y que puede matar solo por placer.
El número 6 afirma que “el abandono de un animal es un acto cruel y degradante”. Cada año son millones de animales los que son abandonados en el mundo entero, pero España se lleva la palma. Según el estudio de la Fundación Affinity, somos los primeros en encabezar la lista de abandonos de la Unión Europea, con una cifra muy cercana a los 200.000, y por otro lado, nuestro índice de adopción ronda entre el 7% y el 9%, uno de los más bajos. Cuando tu mascota se convierte en una obligación y una carga, hay miles de opciones antes que abandonar. Tenemos que terminar con la costumbre de ver cada verano a millones de animales tirados en la cuneta esperando que alguien los recoja. Mi pregunta es la siguiente: ¿Serías capaz de abandonar a tu propio hijo?
El Artículo 8 explica que “la experimentación animal que implique un sufrimiento físico o psicológico es incompatible con los derechos del animal, tanto si se trata de experimentos médicos, científicos, comerciales, o de cualquier otra forma de experimentación.” ¿Qué hacemos: metemos en una urna de cristal a cuatro personas sin comida y agua durante una semana para comprobar su actitud y ver cuánto tiempo tardan en matarse? ¡Juguemos a la sobrevivencia animal! Si a ti no te gustaría que lo hicieran contigo, no lo hagas con ellos.
El número 10 afirma que “las exhibiciones de animales y los espectáculos que se sirvan de animales son incompatibles con la dignidad del animal.” Son miles los ejemplos que podemos nombrar: circos, zoos, peleas clandestinas, las corridas de toros, las carreras de galgos, perros, caballos, fiestas populares... Un caso de fiesta sangrienta es la que se celebra cada mes de septiembre en Tordesillas (Valladolidad): Torneo del Toro de La Vega. ¿De verdad podemos tolerar este tipo de festejos? Es indignante como algunas personas poseen el poder de “enseñarles” a base de golpes con la finalidad de que obedezcan sus órdenes, ya sea correr, levantar una pata, hacer el pino o llevarles la cena después de cada actuación con la intención de que no les mate, les pegue o los abandone si no están a la altura. Los usan como víctimas para demostrar su autoridad y poder.
Y para finalizar, el Artículo 14 declara que “los derechos del animal deben ser defendidos por la ley como lo son los derechos del hombre.” Todos somos seres vivos y todos somos animales, por mucho que a algunos les cueste entenderlo. Ellos tienen exactamente los mismos derechos que nosotros. La población debe aprender a reconocer que el maltrato hacia cualquier ser vivo es inaceptable y que pone en peligro a todo el mundo. “Una persona que abusa de un animal no siente empatía hacia otros seres vivos y tiene mayor riesgo de generar violencia hacia otras personas.” Hoy puede que sea a un perro, pero mañana podría ser a ti.
Como bien dijo Mahatma Gandhi, “la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que son tratados sus animales.” No es tanto sacrificio... Aprended a respetar, a tolerar, y a compartir nuestro mundo, pero sobre todo, a entender que es tanto nuestro como de ellos.